Los 293.501 habitantes de Anchorage, la ciudad más grande de Alaska, en Estados Unidos, están divididos por el caso de Jason Vukovich.
A este hombre, de 45 años, le fue ratificada hace un par de meses su condena a 28 años de cárcel por los delitos de intento de asalto y robo en primer grado.
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Sin embargo, su historial judicial tiene un llamativo componente que los crímenes tipificados no expresan de forma muy clara.
En la fecha de esos delitos, junio de 2016, Vukovich agredió a tres violadores de menores, ya condenados, a golpes con sus manos y con un martillo mientras intentaba robarlos en sus domicilios.
Por su ‘modus operandi’, las autoridades policiales se alertaron.
Por el perfil de sus víctimas, miles de ciudadanos le expresaron su apoyo incondicional.
Sobre todo, porque según ha manifestado, fue víctima de continuos abusos sexuales de su padre hasta los 13 años.
Una espiral de violencia que, para 21 mil personas que han firmado su petición de libertad en World wide web, podría ser ‘suficiente motivo’ para reducir la condena.
Los ataques ‘en venganza’
Según pudo establecer la fiscalía regional, cinco días fueron suficientes para que Jason Vukovich atacara despiadadamente a tres hombres condenados por abuso sexual a menores.
Con cada uno de ellos, la estrategia fue la misma: llegar a su domicilio, inmovilizarlos a punta de golpes y hurtar los principales artículos de valor.
Sin embargo, el vívido recuerdo del tercer agredido permitió conocer dos detalles puntuales de su accionar: utilizaba un martillo y se presentaba como ‘el ángel vengador’ de los niños víctimas de depredadores sexuales.
Por lo que determinaron las autoridades policiales, Vukovich llevaba apuntados en un cuaderno los nombres de los hombres a agredir.
Sus ubicaciones habrían sido facilitadas por personas que consultaron el listado que aparece disponible en la plataforma world-wide-web del Registro Central de Delincuentes Sexuales y Secuestradores de Niños (SOCKR, por su sigla en inglés).
Lo más extraño es que Vukovich perpetró los ataques después de haber salido de la cárcel, no menos de 48 horas antes, tras pagar una pena por un delito menor.
En esta última oportunidad, la más severa de todas, fue condenado en 2018 a 28 años de pena por los intentos de robo y asalto en primer grado. 23 de prisión intramural, que actualmente ya está pagando.
Un pasado muy presente
En noviembre de 2017, meses antes de conocer su sentencia, Vukovich escribió a mano una carta en la que buscó explicar los motivos detrás de su comportamiento.
Según dijo, su extensa conducta delictiva tiene como foundation el mismo hecho: los abusos sexuales de su padre.
“Mis dos padres eran cristianos dedicados y nos tenían en todos los servicios religiosos disponibles, dos o tres por semana. Así que se podrán imaginar el horror y la confusión que experimenté cuando este hombre, que me adoptó, comenzó a usar sesiones de ‘oración’ nocturnas para abusar de mí”, escribió.
Desde entonces, confesó haber vivido serios problemas emocionales que, agravados por el trauma, fortalecieron la tentación de cometer delitos.
“Ser un ladrón y un mentiroso encajaba muy bien con mi falta de autoestima, mi entendimiento silencioso de que no valía nada. Los cimientos puestos en mi juventud nunca desaparecieron”, añadió.
En medio de su reflexión, hasta se atrevió a pensar en qué hubiese pasado si un hombre como él llegaba a hacerle a su papá lo mismo que le hizo ahora a sus víctimas:
“Cuando era un niño pequeño en mi casa, si un tipo tatuado hubiera pateado la puerta y golpeado al tipo que estaba abusando de mí, habría dicho … ‘¡Sí! ¡Woo! ¡Lo sabía! ¡Puedo! ¡Gracias a Dios!’”.
Lo único cierto es que, para el momento del ataque a los abusadores condenados, ya tenía antecedentes delictivos en otras cinco regiones de Estados Unidos.
“No embellezcan mis acciones. Créanme cuando digo que no hay nada bello en mi vida en estos momentos”, cerró en su carta.
La culpa y el apoyo de la gente
Para la segunda instancia de juzgamiento de su condena, Vukovich y su abogada intentaron demostrar que lo ocurrido se debió a los efectos de un Trastorno por estrés Postraumático (TEPT) que, argumentaron, sufre el condenado.
Sin embargo, el juez del caso determinó que la defensa no logró demostrar que los delitos eran “en gran medida el producto de un trastorno de estrés postraumático no tratado”.
Desde entonces, Angelina Tristan, quien se identifica como hermana de Jason, ha emprendido una campaña de apoyo en distintas redes sociales.
La mujer creó en la plataforma change.org una petición por la libertad de Vukovich que ya cuenta con más de 21 mil firmas a su favor.
En Instagram y TikTok, con una cuenta denominada “JusticeforJason”, acumula más de 80 mil seguidores.
En los perfiles, entrega detalles para que los seguidores puedan entablar algún contacto con Jason a través de, principalmente, cartas de correspondencia.
Asimismo, comparte fotografías actualizadas de su hermano para mantenerlos informados.
Ella, según ha expresado en la mayoría de publicaciones, pide que su hermano sea liberado porque su comportamiento habría sido ‘producto’ del Trastorno por estrés postraumático.
Aunque él mismo dijo en su carta de 2017 que “no hay lugar para la justicia de los justicieros por mano propia en una sociedad ordenada”, Angeline parece seguirlo defendiendo, pues, en uno de sus posts, le respondió de esta forma a un usuario que le decía que ‘él estaba en el lugar que se merecía’.
“¿Dónde estaba la justicia cuando lo violaron a sus 13 años?”, dijo indignada.
Eso mismo parecen cuestionarse los más de 21 mil firmantes que hoy claman la libertad de su hermano.
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