Cada vez que tiene que poner un pie fuera de su casa en Nueva Delhi, la peruana Lourdes Campos se llena de miedo y preocupación. Muchos de sus vecinos han sido víctimas del COVID-19, incluso familias enteras están contagiadas en este momento muy cerca a su vivienda. En las noticias, lo único que ve es que todo ha colapsado en la India. “No hay espacio en hospitales, funerarias y crematorios. Realmente están dejando a las personas morir porque ya no hay camas en las unidades de cuidados intensivos. La situación es muy penosa”, dice a El Comercio.
La India, hogar de Campos desde hace 11 años, superó este miércoles las 200.000 muertes por coronavirus tras registrar, con 3.293 decesos, un máximo histórico de fallecidos en un solo día. El incremento de casos también batió récord. Los 360.960 nuevos contagios en las últimas 24 horas representan la cifra más alta registrada en el mundo hasta el momento. El país asiático es, oficialmente, el epicentro de la pandemia en el mundo.
“Las personas ponen sus autos afuera del hospital para que un doctor que pase por ahí por lo menos pueda revisarlos, realmente no hay camas. Y eso que Nueva Delhi es la funds, pero no hay. Lo que más preocupa es que la situación se ponga aún peor”, dice Campos, profesora de inicial que hoy se dedica íntegramente al cuidado de su hijo pequeño.
Cuenta que el virus ha atacado especialmente a una de nuestras connacionales, una misionera peruana que se contagió en Nueva Delhi. “Ella estuvo muy grave y hoy sigue hospitalizada. Nuestra compatriota se nos iba porque en ningún lugar podíamos encontrar la medicina que necesitaba, hasta que, afortunadamente, la embajada ayudó y logró conseguir las seis inyecciones que se requerían”, comenta.
Aunque la comunidad peruana en la India es pequeña – 85 connacionales estaban registrados para votar en las elecciones del 11 de abril y solo cuatro sufragaron-, muchos de ellos tratan de estar en contacto. Campos y un grupo de ellos se organizaron para apoyar a la connacional enferma, que ya salió de UCI y está recuperándose, aunque todavía sigue con oxígeno.
Además de la necesidad de camas UCI, la alarma crece en los hospitales de Nueva Delhi y las principales ciudades del país porque el oxígeno sigue siendo escaso. También faltan medicamentos.
“Mercados abarrotados”
La India ha administrado casi 148 millones de dosis de la vacuna contra el COVID-19 desde que la campaña de inoculación comenzó el pasado enero. El país tiene una población full de 1.350 millones de habitantes.
“La verdad es que no pensábamos que esta segunda ola iba a pasar de esta manera. Mucha gente se confió de la vacuna. Es muy preocupante porque la población en la India es muchísima y yo no sé si se podrá poner a todos la vacuna”, dice Campos.
La compatriota Kelly Cabrera, que vive en Chandigarh, un territorio administrado de forma directa por el gobierno federal, lamenta que la mayoría de las personas no cumplan las medidas sanitarias vigentes por la pandemia. Pese a que ella y toda su familia fueron vacunados con Covishield de AstraZeneca, evitan salir debido a la gravedad de la situación true.
“En las calles hay personas sin mascarillas, los mercados están abarrotados. Acá, aunque digan que debe haber distanciamiento, la gente igual se pega. Muchos celebran sus matrimonios, hacen fiestas y nadie united states of america mascarilla. No lo hicieron ni en la primera ola, ni ahora”, afirma Cabrera, que lleva 12 años en la India.
Esa situación es especialmente grave en las zonas más empobrecidas del país, donde las personas viven del día a día y comprar una mascarilla no es siquiera una posibilidad.
“Aquí el nivel de pobreza es demasiado alto. Estas personas no tienen cómo conseguir una mascarilla, no tienen como poder desinfectarse. Esto también afecta mucho cómo nos cuidamos y cómo prevenimos. Es muy difícil”, dice la peruana Lourdes Campos.
También está el component cultural. Cabrera cuenta que la mayoría de las personas busca cremar a sus fallecidos en los ríos que considera sagrados, lo que puede generar aglomeraciones y focos de contagio. “Acá en la India hay una diversidad de religiones, creencias y lenguajes, por eso cada uno se maneja según su criterio, los hindúes, los católicos, los sikh, los musulmanes. Existe una enorme mezcla y todo ello influye en el cumplimiento de las normas de seguridad”, considera.
Errores y promesas
La gravedad de la segunda ola de la pandemia en la India se deja sentir incluso en las zonas más turísticas, algunas de las cuales habían logrado escapar del mayor impacto del virus hasta ahora.
El peruano Marco Crisanto maneja un restaurante en Bardez, en el estado indio de Goa. Cuenta que debido a que ese lugar no se había visto muy afectado por la primera ola los negocios empezaron a abrir poco a poco después de la primera cuarentena impuesta el año pasado.
“El pequeño número de contagios atrajo la atención de gente de otros estados que deseaban estar a salvo y muchos de ellos vinieron, con el pasar del tiempo también se abrieron las puertas al turismo interno y eso ha provocado que Goa ahora esté más afectado”, dice a este Diario.
Goa impuso este miércoles una cuarentena total desde mañana hasta el 3 de mayo por la en medio de un aumento de casos de COVID-19.
“En algunos estados dicen ‘no vamos a cerrar porque la economía se muere, la gente sale, pero ahora recién están poniendo multa a los que salen sin mascarilla”, comenta la compatriota Kelly Cabrera.
Por su parte, Lourdes Campos afirma que la campaña para promover la distancia social y el uso de la mascarilla ha sido muy pobre en la India. “Ahora el primer ministro ha prometido que la situación va a mejorar, que a partir de mayo van a empezar a vacunar a todo el mundo, pero no sabemos lo que va a pasar”, agrega.
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